miércoles, 2 de julio de 2014

La marcha del 11 de julio



Granada, 30 de junio 2014.
Valentín Barahona Mejía
                                                         
Hay nerviosismo paranoico en las  filas  de los grupos feministas y en una parte buena del Estado,  por el tremendo  fracaso que ha tenido  en dos años  la  terrible y draconiana  ley 779.  Todo  hace indicar que los cooperantes internacionales están enviando señales inequívocas  de  retirar la fluida  cooperación millonaria,  ya que no ven resultados de disminución en las estadísticas de la violencia contra las mujeres, al contrario los índices en este año se han disparando en forma alarmante.
Entonces, no es casual que en los últimos días se haya intensificado en todos los medios de comunicación social, periódicos, televisión   la campaña mediática de misandria, se  hipérbola  los pocos casos de mujeres víctimas de homicidio, todos los días las cabecillas de los grupos feministas asaltan la palabra, hablan engañando, mintiendo, distorsionado la realidad  sobre el fenómeno de la violencia de género, aplican el principio fascista de que una mentira repetida una y mil veces al final se convierte en verdad,  lanzan el discurso rayado de la pandemia, de salud pública, de la misoginia, del holocausto en que supuestamente  viven las mujeres a manos de los malvados y perversos hombres, por causa del machismo y el nefasto patriarcado.
En esta feroz campaña de mentiras y falsedades no se queda atrás el Estado, ya que éste también ha recibido millones de dólares de organismos internacionales so pretexto de combatir la violencia contra las mujeres, cuya cooperación económica  solo ha sido usada para hacer una ley inquisitiva, crear tribunales de excepción, fortalecer el aparato represivo de la policía nacional, ministerio público y jueces de violencia, en función de llenar las cárceles de hombres detenidos acusados de agresores, adonde son enviados a campos de concentración, al punto que ahora no hay más espacio donde meter más convictos por causa y efecto de la ley 779.
Son mínimos los recursos de esa ayuda internacional que van destinados a paliar el fenómeno de la violencia, la mayoría de esos millones de dólares son desviados para otros fines, los grupos feministas para asignarse jugosos salarios, el Estado, para para cubrir y tapar con parches al enorme déficit presupuestario. Los apologistas de la ley de marras,  no está haciendo nada para  proteger a las mujeres y prevenir la violencia, no existe un solo programa educativo en  los medios de comunicación social estatales o privados,  por medio de los cuales la gente conozca  las  diferentes manifestaciones que tiene la violencia en el hogar, en la comunidad, en la escuela, universidad  y de las consecuencias sociales que tendrá a corto y mediano  el ejercicio de la violencia  en los hijos, esposas, familiares y vecinos.
Ante el terror  de enfrentar el posible  corte de la ayuda, instituciones públicas como la Alcaldía de Managua, por orientaciones de arriba declaró  en sesión solemne a la capital territorio libre de violencia, pero lo que más llama la atención es la convocatoria oficial a una manifestación pública  que hace a todos los empleados públicos de la capital  la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia,  para el próximo 11 de julio, cuya actividad  saldrá  de la rotonda del Periodista  y culminará  con  ardientes discurso cargados de misandria en Metro Centro.
En ningún país medianamente civilizado, se ha visto a un magistrado de un máximo tribunal de justicia, convocando y encabezando una manifestación  pública como lo está haciendo la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, todos saben que esta funcionaria ha sido y sigue siendo la principal abanderada de la ley 779, pero nunca antes se le vio como agitadora profesional en las calles para defender la ley de marras.  Este cambio radical de la funcionaria pública de ponerse al frente de las mujeres el próximo 11 de julio, demuestra una vez más el estado de desesperación en que   se hallan  ante el riesgo de perder el apoyo internacional financiero, ya que de darse tal hipótesis, eso significará que a la CSJ, no le quedará otro camino que  mandar a cerrar  y clausurar los juzgados especializados de violencia, pues ya no tendrá dinero para pagar salarios y mantener todo el andamiaje legal creado a partir de la vigencia de la ley 779.              
     El autor e0s abogado y notario  

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