miércoles, 16 de octubre de 2013

El día de abogado



Granada. 07 de septiembre 2013.
Lic. Valentín Barahona Mejía
                                                                      
La Asamblea Nacional, en este mes de septiembre promulgó la ley No. 844, en la cual dejó establecido el día 29,  como el día de Abogado nicaragüense, en honor al insigne abogado don Miguel  de Larreynaga, así, se hizo   justicia a más 20 mil abogados, los cuales, aunque parezca paradójico, los que dominan  la ciencia del  derecho, articulan el entarimado jurídico de la nación, durante más de 150 años, habían sido ignorados como gremio,  en este periodo paulatinamente la profesión se fue degradando al punto de ser considerada en algunos sectores sociales como la más desprestigiada de las profesiones.
Ya era tiempo que los abogados, al igual que periodistas, médicos, ingenieros, arquitectos, contadores públicos, etc., tuvieran una fecha conmemorativa no solo para celebrar y rendir honor al oficio más antiguo de la humanidad, como lo es abogacía, que tiene como referente histórico a los jurisconsultos de la antigua Roma, 500 años antes de Cristo, sino también para reflexionar acerca de los principios, valores y postulados que encarna a tan noble profesión; el rol que tiene  en la sociedad; el papel  en la resolución de los conflictos privados y públicos, en la estructuración del cuerpo jurídico; en la aplicación e interpretación de las leyes ordinarias, administrativas, civiles, penales, constitucionales;  en buscada del punto de equilibrio que asegure la paz y la convivencia pacífica de los ciudadanos.
Cuando se habla  del día del abogado, algunos asociaran la palabra, con el abogado litigante, el profesional que tiene una oficina de leyes, que visita todos los días los Juzgados y complejos judiciales, que está en contacto con Jueces, secretarios, fiscales, magistrados de la CSJ, Corte de Apelaciones, el que porta en su maletín papeles, presenta escritos, aquel que se ve en las delegaciones policiales, que participa en trámites de mediación, en audiencias orales y públicas, que defiende los intereses de su cliente con pasión y valor, que combate con garbo la retardación de justicia, el que entabla batallas jurídicas con los fiscales del ministerio público, es decir, aquella persona que se gana sus honorarios, defendiendo intereses ajenos de orden privado o público, el que defiende la inocencia o acusa por delito un imputado.
Mas celebrar la efeméride, no es solo para el abogado litigante,  sino que asimismo para aquellos abogados que ejercen cargos públicos, sea en el poder judicial, sea en el Ministerio Público, sea en el Estado. Algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Corte  de Apelaciones, Jueces de Distrito y Locales, fiscales, etc., por la efervescencia del poder, olvidan que antes de ostentar el cargo público, llegaron a él por ser abogados, de lo contrario no estarían donde están, otros han perdido la perspectiva y olvidan la cortesía, las deferencias hacia sus colegas, cuando los tienen cara a cara demandando  un servicio, en muchos casos lo que brilla en el servidor público es la arrogancia y la petulancia.
Es cierto que existen segmentos de la sociedad que se expresan muy mal de los abogados, a veces con justa razón, quizá por haber sido timado o estafado por un mal profesional. Mas como en toda profesión hay de todo, hay excelentes, buenos, mediocres y muy malos, éticos y antitéticos, por ende la abogacía no puede ser  la excepción, en el gremio tenemos gente que deshonra  la abogacía con prácticas indebidas  las cuales causan un ingente daño al gremio, aunque existen normas que sancionan las malas conductas, la verdad es que se precisa de organización gremial a nivel nacional que coadyuve en el rescate de los valores históricos que ha caracterizado a esta profesión.
Por mucho que se denigre a la abogacía, el ejercicio de la profesión es necesaria, pues si no hubieran abogados en la sociedad, pregunto: ¿Cómo sería la aplicación de la justicia penal si no hay abogados defensores y acusadores?  ¿En los conflictos de orden patrimonial como haría el Juez civil, para dirimir el tuyo y el mío, si las partes no tienen un abogado que los asesore? ¿Si no hubiera conocedores de la ley y el ordenamiento jurídico, quién haría las leyes ordinarias y constitucionales que permitan normar la convivencia y la paz social en la sociedad?
El autor es abogado y notario                            
           

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