Granada, 31 de mayo
2013.
Lic. Valentín
Barahona Mejía
Ha sido un
principio reconocido y aceptado por los países de corte democrático, que las
leyes (penales o civiles), emanadas por el Congreso Nacional, deben de corte
general, para aplicarse a todos los ciudadanos, sea hombre o mujer, no interesa
si el sujeto activo o el pasivo es más débil o más fuerte, no importa el credo
político, religioso, raza, sexo, condición social o económica. No importa si el
infractor de la ley es rico o pobre, negro o blanco, mujer u hombre, liberal o
sandinista, ante la ley son iguales y de ser encontrado culpable el infractor del
hecho punible, entonces se aplicará la sanción correspondiente.
La razón del porqué
deben ser genéricas las leyes, es por qué en este mundo nadie está libre de
pecado, nadie es impoluto, en grado menor o mayores todos nacemos y llevamos intrínsecamente
mala levadura. El ser humano sea joven o viejo, mujer u hombre, iletrado o
letrado, creyente o no, político o apolítico, rico o pobre, negro, blanco,
mestizo, criollo, ninguno está excepto para no caer en la alteración del orden público
y la paz social, así como puede haber hombres buenos, respetuosos de la ley,
asimismo hay hombres con conductas antisocial, egoístas, agresivos, violentos,
estafadores, ladrones, mentirosos y de esta clase de personajes están llenas
las cárceles de este país.
Más así como
acontece en el hombre, lo mismo sucede en el caso de las féminas. En el género
femenino, se hallan mujeres honestas, abnegadas, fieles, trabajadoras, buenas
madres, esposas, compañeras, desinteresadas en lo material, mas dentro de este
grupo asimismo se localizan mujeres con malos sentimientos, violentas,
oportunistas, llenas de odio, infieles y desleales, a quienes no les tiembla el
pulso ni el corazón para agredir, lesionar aun quitarle la vida a otro ser
humano. La prueba más fehaciente de lo dicho se halla en la Granja La
Esperanza, centro reclusorio destinada para mujeres procesadas y condenadas por
haber infringido leyes punitivas, lo
cual hicieron poniendo en peligro la paz social.
No existen
registros confiables clasificados por sector que reflejen en qué grado y a qué
nivel el hombre y la mujer son infractores de lay penal. No sabemos el
porcentaje de participación en delitos de homicidios, lesiones, robos, lesiones
físicas en el cual haya participado la mujer o el hombre. Las estadísticas de la
policía nacional son inespecíficas, por ejemplo señala que en el 2011, hubieron
720 muertos en el país, por homicidios y asesinatos, mas sin determinar cuántos
de los fallecidos eran hombres y cuantas eran mujeres, sin embargo, una red de
mujeres, aduce que en ese año murieron 82 mujeres, lo significa que 628 fueron
hombres.
En la vorágine de
violencia expresada en distintos segmentos de la sociedad, un grupo dizque femenino,
con fines de manipulación difunden y publicitan que el hombre por su condición
de macho es quien predomina en el ejercicio de la violencia. Se aduce que por
odio el hombre mata a la mujer y la agrede, la propaganda sitúa a la mujer como
la víctima inmaculada, es decir el mensaje es poner a la dama como incapaz de quebrar un
plato, de no tener la fuerza suficiente para ejercer violencia contra el hombre
o asesinarlo, la mujer no es capaz de mentir, fingir, engañar, dramatizar o
estafar, basado en esa falacia un sector logró quebrantar el principio de legalidad
y consiguieron aprobar una ley parcializada, sesgada, destinada solo para
proteger al 50% de la sociedad nicaragüense, dejando de por fuera al otro 50%,
representado por los hombres.
De esa ley están
sacando alto beneficios, no las mujeres buenas, honestas y horradas, ya que éstas
no denuncian a sus cónyuges o esposos para despojarlos de sus bienes
patrimoniales, las que están explotando y abusando de la ley de marras en forma
oportunista son mujeres ambiciosas, perversas, infieles, éstas son las que
llegan a la policía a denunciar a su ex cónyuges, lloran como María Magdalena,
dicen tener lesiones psicológicas, los meten a la cárcel y la única forma de
salir de la prisión, mediando la entrega de viviendas, cuentas en dólares,
vehículos, etc., a estos casos de mediación, es lo que se refiere en la última
comparecencia la magistrada Alba luz Ramos.
El autor es abogado
y notario